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Balkrishna Doshi, premio Pritzker 2018 para la India / «El Pritzker hindú. Cenizas en el Ganges», por Rogelio Ruiz

El arquitecto hindú Balkrishna Doshi fue galardonado con el Premio Pritzker 2018 por haber sido capaz «de interpretar la arquitectura y transformarla en construcciones que respetan la cultura oriental a la vez que mejoran la calidad de vida en la India».

Dice Kapuscinski en los Viajes con Herodoto que es tan grande el número de lenguas y culturas en la India que tratar de comprenderla es misión imposible. Octavio Paz, abducido, ve, vislumbra en ella su México añorado…

Yo no llevé revés más grande en mi eurocentrismo que viendo allí palacios y tumbas, pliegues de religiones y gentes, de vacas, de monos y elefantes, de luces, de especias y colores, también de olores, que de antemano sabes que no vas a llegar nunca a entender. Y sabes además que no debes intentarlo, has de meterte entre ellos como una gota más y si un santón se viste de Ganesh y todos saltan a bailar a la vez, arrojando jazmín, tú debes de formar con ellos parte del festín de alegría, de la común energía… 

Pues así y todo les gusta nuestra cultura, supongo que a cuatro “aventajados”, y es que el Raj británico no duró casi cien años en vano. El siglo XX del subcontinente asiático estuvo, desde el punto de vista de la arquitectura, bendecido por tres grandes monstruos, foráneos para ellos, de nuestra disciplina, y desde entonces la arquitectura moderna hindú vive en gran medida de su legado.

Lutyens, el inglés estirado que llevó su clasicismo tardío para crear el magnífico palacio del vicegobernador de Nueva Delhi. Le Corbusier, que hizo la capital del Punjab, que es Chandigarh y que sigue estando como las fotos de sus Obras Completas con Sijs paseando como figuras de Giacometti, perdidas, inconexas, por aquel hormigón que echa fuego con los cincuenta grados… (y además el Museo de Ahmedabad y las casas Sarabhai y Shodan).

La otra pata del triunvirato que se fue allí como salvador de aquellos olvidados fue Louis Kahn, el arquitecto americano que hizo también el Indian Institute of Management en Ahmedabad (foto 1 y 2) (y la capital de Lahore en Bangladesh). Pues, de los tres, dos fueron tremendamente importantes para el nuevo Pritzker.

 

Balkrishna Doshi estuvo aprendiendo cuatro años en el estudio del suizo-francés de la Rue de Sèvres, y después le acompañó en la dirección del gran proyecto punjabí y también en los proyectos de Ahmedabad. En este último lugar trabajó con Louis Kahn además en sus gigantescas obras. Fue en el 1958-59 Graham Foundation Fellow de la Universidad de Chicago (ciudad donde se otorgan los Pritzker), Premio Padma Shree de la mano del Presidente de la India, Honorary Fellow del Instituto de Arquitectura Indio y miembro asociado del RIBA británico.

Fundó y diseñó la escuela de arquitectura de Ahmedabad (foto 3) a la que siempre ha estado muy unido. Ganó además el prestigioso Aga Khan (ahora Khan, no Kahn, como saben, el Pritzker del mundo árabe) en 1966 por las viviendas baratas de Aranya en Indore. Ha escrito muchos artículos e impartido conferencias por todo el mundo (Washington, Houston, MIT Cambridge USA…). Como vemos, no estamos precisamente ante un arquitecto “en vías de desarrollo” ni es el galardón al tercer mundo, es “uno de los nuestros”… Lo local, más que en el pensamiento, está a menudo en la penuria de los medios. 

«Mis obras son una extensión de mi vida, mi filosofía y mis sueños, que me han llevado a tratar de crear una cámara del tesoro para el espíritu arquitectónico», dijo Doshi, de 90 años, que aseguró que debe el Pritzker a Le Corbusier, con quien trabajó en la década de los 50.

«Sus enseñanzas me llevaron a cuestionar mi identidad y me forzaron a descubrir nuevas expresiones contemporáneas adoptadas a nivel regional para desarrollar un hábitat holístico sostenible», explicó Doshi en declaraciones recogidas por un comunicado de la Fundación Hyatt.

Muchas veces sabemos lo que uno piensa por lo que admira en los demás, recojo una cita del nuevo Pritzker sobre Louis Kahn: “Lou me parecía un yogui por su Samadhi (conciencia elevada) para descubrir el valor de lo eterno-la Verdad-el Atman-el Alma”. Es precisamente este valor de intemporalidad lo que más aprecio en la obra de Doshi, y él mismo, por ejemplo, para hablar del Indian Institute Management de Bangalore, habla de su relación con Fatehpur Sikri (la increíble ciudad que Akbar hizo en el s. XVI y sigue intacta), cómo los edificios se van generando alrededor de la gran plaza…

El uso del ladrillo, rojo como la piedra arenisca del Rajastán, también como herencia de sus maestros, especialmente de Kahn, y de una manera a veces brutalista, con los hormigones bastos en la Escuela de Arquitectura de Ahmedabad que van mostrando el tiempo con chorretones, podría estar firmado por Stirling en un college inglés.

Página 2 del artículo sobre Balkrishna Doshi, premio Pritzker 2018 para India

La influencia de Kahn, citada muchas veces por evidente, tras hacer el maestro americano el Kimbell Art Museum en Texas entre 1966 y 1972, se ve en Balkrishna Doshi utilizando entonces bóvedas de medio cañón como medio expresivo, tanto en su propio estudio en Sangath (1979-1980) (foto 4) como en el Gandhi Labour Institute (1980-84) (foto 5), asimismo en Ahmedabad (la Villa Sarabhai de LC en esta ciudad también se ordena con bóvedas cerámicas rebajadas).

El Instituto de Indología, también en Ahmedabad refleja claramente lo mejor de Le Corbusier, y es una obra soberbia. De algún modo me recuerda a la película Mediterráneo: Doshi es un soldado de la arquitectura moderna que siguió luchando después de haber muerto sus mandos… 

Hay otro edificio, el museo subterráneo de arte, que yo no comprendo dentro de la trayectoria de Doshi, hecho exteriormente a base de burbujas, como las casas de otro extranjero que se fue a beber arquitectura a París: Antti Lovag, que muestra, eso sí, la vocación experimental del ahora premiado. 

Cuando uno piensa en aseveraciones como las de Lutyens hacia la arquitectura india, “No creo que haya ninguna arquitectura india de real tradición. Sólo hay irrupciones en algunas dinastías” (NATH-CHIPRA) (y no les escribo por pudor su opinión sobre los hindúes), uno se pregunta si no sería una reacción también motivada por la abrumadora sensación, no ya de density stress, sino de “densidad cultural” que aquel lejano país despliega…, de ira ante nuestra propia limitación. 

Buscando en las capas de su nombre, Balkrishna Doshi tiene a Krishna incrustado, ¿le importará a aquel dios el premio que le han dado? ¿En cuántos de aquellos quinientos idiomas se escribirá su hazaña en un periódico temprano? ¿El Pritzker, dice? Nadie recuerda ya lo que aquí dije… Cenizas en el Ganges. 

Bibliografía:

  • ARCHITECTURE IN INDIA, Ed. Electa Moniteur France, París 1985. 
  • EDWIN LUTYENS, Academy Editions, London 1979 
  • KAPUSCINSKI, RYSZARD, Viajes con Herodoto, ED. Anagrama. Barcelona 2008 
  • LE CORBUSIER, Oeuvres Completes, ed Birkhäuser 1964. 
  • LOUIS I KAHN, In the Realm of Architecture. Ed Rizzoli New York 1992 
  • NATH, AMAN / CHIPRA, ROMI, Lutyens vs. Hardinge cfr. en The British Council New Delhi. India, recogido en THE HINDU, 5 SEPT 2002 
  • PAZ, OCTAVIO, Vislumbres de la India, 1995, Seix Barral. Barcelona 2012 
Artículo Reflexiones sobre Arquitectura publicado originalmente en conarquitectura 66. Consigue este o cualquier número de la revista en la tienda online.
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Foto miniatura de portada: Indian Institute of Management (Bangalore) y Balkrishna Doshi. ©Sanyam Bahga

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