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CRUZ Y ORTIZ architecten / Retrospectiva del estudio de arquitectos sevillano por Rogelio Ruiz Fernández

Rogelio Ruiz Fernández hizo para conarquitectura 53 (enero 2015) un artículo retrospectiva sobre Cruz y Ortiz Arquitectos, estudio fundado por Antonio Cruz y Antonio Ortiz en 1974, vencedor en más de 30 concursos nacionales e internacionales. La obra de Cruz y Ortiz Arquitectos ha sido ampliamente publicada en revistas y monografías y se han celebrado exposiciones sobre su obra en Europa y Estados Unidos. Entre los proyectos más significativos y en distintos grados de ejecución, se encuentran el estadio de fútbol del AC Lugano, palacio de deportes y centro de congresos en Cornaredo, la rehabilitación de las oficinas para Banco Santander en Santander, la remodelación y adaptación a hotel del Convento de San Agustín en Sevilla y las oficinas para la Administración General del Estado en Madrid.

 

«A» es la letra con la que empiezan los Antonios… Los principios, la infancia del poeta, todos lo sabemos, fue en un patio de Sevilla donde madura el limonero. La de ellos como arquitectos fue en otro patio sevillano, el de aquellas viviendas (1) con el vacío en forma de haba con la que tan bien entraban en la ciudad antigua y con la que nos engancharon a todos. Ordenadas en sus alzados, serenas, pero a la vez dándonos este trozo de cielo de forma tan arpiana e inusual, tan sensual. El patio, el patio andaluz, la vivienda introspectiva, árabe, como la preciosa y reciente del Casco Histórico de Sevilla (2) (soy un cotilla ¿de quién será?).

Esta calma que se respira en muchos de sus edificios, el no decir más, parar en un momento, no sé si se consigue como Sota, arrancando los pelos hasta dejar la belleza calva, o más bien, más andaluz, como Juan Ramón con el poema: «No le toques ya más que así es la rosa…».

Este sentir viene, quizá, de un no querer ser nunca el primero (aunque, más tarde, acaben siéndolo), no querer ser el que rasga el lienzo del presente, sino saber, que cuando llega su edificio, va a ser, durante mucho tiempo, uno de los mejores, uno de los suyos para la ciudad, de los que la definen. Y durará, debemos remarcarlo, por la importancia de la construcción clara, en su dibujo sobrio, preciso, elegante también, que cualquier edificio de los Cruz y Ortiz nos muestra.

Una cualidad de eterno: sin duda va a durar. Lleva consigo una promesa de mucho tiempo por la elección de materiales comprobados por años. Nunca son fuegos artificiales de una noche de verano. Ni siquiera en Hanover, que podrían haber sido (lo que no impide que a veces sean más experimentales como en Tharsis).

Aunque los Antonios, si de Sevilla se van a Madrid, a Carabanchel (3) por ejemplo, son más duros, más recios (son Gutiérrez Soto, son de las Casas y muchos otros). En Barcelona, ¿no es Can Planell (4) catalá? No vemos detrás acabados de Miralles en el instituto, de Flores y Prats en el Beckett, del Pep Llinás, de la propia fábrica… De tots. Si están en Holanda (5 y 6) son definitivamente architecten.

Para ellos, lo contextual está enraizado en muchas ocasiones a través del material, pero también, y fuertemente, a través del diseño. Da la impresión de que cuando ponen el lápiz por primera vez en la hoja en blanco, vienen ya de un estudio profundo de la arquitectura del lugar. Ya son más del sitio que los locales. Más papistas que el Papa Cuando hace años tras conocer Oporto, recorría yo las obras de Siza holandesas y me llamaba la atención lo distintas que eran de las portuguesas (aquella de las bicicletas y otro barrio en la Haya), había ciertas protestas locales que decían que para hacer aquello no era necesario ir a Portugal a buscar arquitectos.

En cierto modo ese es el éxito de estos estudios: ver en sus obras como se asoma Dudok, Bakema y Van den Broek, incluso Mecanoo o Coenen… como se asoma toda una tradición en la capital de la arquitectura mundial, hasta pensar que no hacía falta que vinieran…, pero es al revés: ellos ven y valoran en lo ajeno lo que los de allí quizá no.

Y si están en Lugano (7) o en Zurich (8) su cabeza pasa de ser bética a helvética, son mas suizos que los relojes, más fríos y ordenados, hasta en las imágenes que nos dan, que un mecanismo de metal. Ellos hacen suya la alteridad que experimentan, se convierten en el otro. Son un poco como aquel personaje: Momo, que sabía escuchar. Antes de hablar, atienden y mucho al genio del lugar, para que no vengan los edificios grises, y no hablo del color.

Sin comparamos obras de uso similar, como la biblioteca de Sevilla (9) con la de Humanidades de Amsterdam (10), parece que son familia, que la andaluza creció y se fue a vivir al norte, emigró, perdió un poco de la fiesta de luz en su interior, aunque hay algo de aquella, en el la luminosidad que resbala de arriba lamiendo planos inclinados (como en Hagia Justa), en los materiales… Aunque en la holandesa de mayor tamaño el volumen se fragmenta y la fenestración se hace vertical como en los laterales de los talleres del museo (11).

Es esta fragmentación otro mecanismo de composición que usan frecuentemente: generar fachadas dentadas a veces a partir de un alzado recto que une la obra a algún eje previo de anclaje al lugar, por ejemplo en Doñana (12), en el ala Asiática de Amsterdam (13) y también el de la calle Picasso de Sevilla (14). Son como manos de una salamandra que se pegan al terreno.

Pero el mejor material con que trabajan no es el ladrillo, ni la piedra, ni el zinc: es la luz. Luz aprendida desde niños en la ciudad en la que la aprendió Velázquez. Aprehendida en edificios como el de la Consejería de Cultura de Sevilla (15), el museo del Mar del Baluarte de la Candelaria en Cádiz (16), o, y nos extenderemos luego, en el Rijksmuseum (17) dónde este regalo del Sol es su mejor baza.

Pliego 1 en ca53 del artículo retrospectiva de Cruz y Ortiz Arquitectos

Cómo la llevan fresca hacia adentro en Andalucía o en Ceuta Matizada con toldos de Sierpes en los dibujos de María Coronel. Y como las rejas blancas que en el Sur se unen a la tradición del Barrio Santa Cruz (y Ortiz se acabará llamando), y en Holanda en el edificio principal del Rijksmuseum y en el nuevo ala Philips, sirve para que, la allí escasa luminosidad se apoye sobre estos bastidores blancos, y podamos así tenerla más presente. O como inunda, desde la sierra superior el edificio de talleres del museo neerlandés (11).

Vemos que los retos van creciendo. Una de las maneras de destrozar carreras de ejecutivos en Norteamérica y de matar trayectorias de arquitectos en todo el mundo es precisamente la patada hacia arriba, que en nuestra disciplina es el salto de escala. Sin embargo los sevillanos, todo el estudio de los sevillanos, porque hay que decirlo, que la seriedad, el consenso que respiran sus edificios debe venir sin duda de la mucha discusión en un taller que va creciendo (con sede en Holanda), como es necesario para dar respuesta a los muchos proyectos que llevan, con la calidad que los llevan.

De todos modos, estas obras que vemos son una parte de la punta del iceberg que sobresale de los muchos concursos hundidos en el frio silencio de los no ganados. Sin embargo, decía, el salto de escala no los ha hecho a ellos sino mejores: el tema, complicado tema, de los estadios, desde la Peineta, al de la Cartuja en Sevilla, Lugano, y ahora el del «Atleti» van consolidando esta destreza. Lo mismo en este momento con torres en Rotterdam o edificios en Beirut tan alejados de sus principios hispalenses… O las estaciones…

Cuando uno sale de Madrid con el AVE hacia Sevilla, de algún modo recorre una parte de la historia de la Arquitectura de España. Sale de Atocha, sale de Moneo, que fue su profesor en la capital y llega a Santa Justa de los Antonios (18). Esta estación fue también la euforia del 92, ¡qué bien lo pasamos! La Expo, la alegría entonces y la mesura que queda en la ciudad en este edificio después de aquella borrachera. Como una ola de ladrillo a punto de romper contra el albero sevillano.

Esa sección que acompaña al peatón. Esa sombra rasgada de lado a lado, esa puerta que se abre y te dice: «Ahí está Sevilla ¡Disfrútala!». Como ellos mismos comentan, crecieron como arquitectos con el país. Es Justa como lo es la Medalla de Oro de la Arquitectura 2014, que recibieron, una más entre sus muchas distinciones, pero que les ha sabido a gloria viniendo de sus compañeros1.

Más tarde en Basilea, cuando ya se hicieron mayores, cuando ya conferenciaban en Harvard y Zurich … , cuando ya habían salido de Sevilla, aunque nunca lo hacen del todo, hicieron la ampliación de la estación (19 y 20) (siempre me pasa igual, llegué verla y aun no la habían acabado). El proyecto consigue convertir una unión entre dos partes en un espacio de disfrute y genera, transversal a las vías, un movimiento en su remate sinuoso y fraccionado longitudinalmente que alegra el rigor viario. También podríamos hablar de la de autobuses de Huelva, más dura aquella, excesivamente marcada por el propio autobús, mandando mucho la función, claro, una estación.

Pero la guinda de su carrera, no solo por tamaño sino por lo delicado del desafío, es el Rijksmuseum. El año pasado proyectamos en el Niemeyer en Avilés dentro de la programación de FICARO la película de Oeke Hoogendijk titulada The New Rijksmuseum2. Cuatro horas en realidad, casi cuatro películas continuas sobre la restauración del Museo que en Holanda se vieron en televisión en varias entregas con gran interés del público3. Es envidiable una sociedad tan culta como la suya, tan comprometida con su patrimonio (aunque por otro lado también es una sociedad muy, muy participativa y eso a veces congela las posibilidades de actuación)4.

Este documental muestra con naturalidad el grado de locura, siempre contenida, como un señor, al que llegan los Antonios con el tema de las bicicletas (si han de pasar por el museo los ciclistas (21) como siempre lo hicieron o no)… Ortiz llega a decir extenuado: «¡que hagan lo que quieran!»5.

Debo reconocer que dentro del paraíso arquitectónico que es Ámsterdam, el edifico de Cuypers y la estación, también suya, me parecen un poco ajenos, demasiado eclécticos. Pero su proyecto nos lleva más bien a otra película, Il Gattopardo, que me gusta citar cuando hablo de restauraciones como está, porque la renovación del Rijksmuseum es exactamente un homenaje a la frase: «Todo debe de cambiar para que todo siga igual».

El contenedor se mantiene, tras una profundísima reestructuración, se eliminan añadidos para buscar antiguos acabados, se cambian los recorridos y la museografía. Se libera un patio central que había sido colmatado y se recupera su cristalera superior y bajo ese gran vitral se suspende la maravillosa estructura ligera blanca que, como comentábamos antes, apresa la luz. Esto en estos ámbitos lluviosos se agradece y mucho.

Se completa con una serie de cuidadas actuaciones como los talleres de restauración (13), que ocupan un espacio frente al parque que también recobra su esplendor inicial (la arquitectura del paisaje tiene una enorme importancia en aquel país). Se añade además una pieza exótica, como es el comentado edificio de Asia que flota sobre un foso de agua y por geometría y material adquiere la vocación de objeto posado. Y luego, recientemente inaugurada, el ala Philips que sigue los criterios de la intervencion principal.

Pliego 2 en ca53 del artículo retrospectiva de Cruz y Ortiz Arquitectos

El hecho que unos españoles6, descendientes de aquellos opresores, eso sí: muy altos y habituales ciclistas como los holandeses, una pareja además acostumbrada al diálogo y no a la imposición, más hijos de Gadamer que de Felipe II y de los conquistadores, vengan a este país, discutan, se les de su mayor joya y al final, les quieran como les quieren y hasta les condecoren como Caballeros de la Orden del Leon Neerlandés, su más alta distinción de manos del Rey, es un síntoma de hasta que punto, nuestros Cruz y Ortiz, nuestros Antonios, lo merecen todo. Enhorabuena y dank u wel¡¡¡

… Y terminan con la Z Cruz y Ortiz.

NOTAS

  1. El premio se entregó el 20 de Noviembre de 2014 tras una Laudatio emotiva y sentida de Rafael Moneo que ya lo habla recibido él mismo. Ahondado en el tema neerlandés, ese 20 de Noviembre murió también la cabeza de la Casa de Alba en Sevilla, y se lloraba precisamente en ese patio del limonero. De este modo el galardón que otros años concedía personalmente el Principe de Asturias, este, que se convirtió en Rey, fue otorgado no por el Monarca sino por un Escudero, Pío, a la sazón arquitecto además de político y por la ministra Ana Pastor que de facto concedía el mismo día a traves de su Ministerio de Fomento el Premio Nacional de Arquitectura a Juan Navarro Baldeweg (que ya había recibido este que tratamos) y que acaparó los medios en el ámbito que nos ocupa. Conclusión, todo esto contribuyó, una vez más, a que ni siquiera en su pueblo tuviera este honor la diosión que debía y que humildemente tratamos de enmendar en nuestra pequeña medida.
  2. Dentro del Festival Internacional de Cine y Arquitectura fue especialmente emocionante cuando apareció en el justo momento que se encendieron las luces tras la pelicula el propio Antonio Ortiz que hacia el sueño del cine realidad. Invitamos a presentarle y a moderar un pequeño debate a Pepe Vazquez de Prada responsable de Cultura del Colegio de Arquitectos de Asturias, con la asistencia del decano Alfonso Toribio, que fueron quienes finalmente presentaron la candidatura ele Cruz y Ortiz al premio que celebramos. El programador fue Martin Garber Salzberg.
  3. La semana pasada comiendo con una amiga Holandesa, importante especialista en arquitectura, me decía que tras tanto tiempo, el día que iba a ir a la inauguración, estaba totalmente emocionada, como cuando de niña tenia algo importante y estaba nerviosa y temía que algo le pasara con la bicicleta o se cayera y no pudiera finalmente ir al encuentro de su tan deseado nuevo Museo. Realmente el grado de implicación de la sociedad con su Museo fue muy muy grande.
  4. La película como digo es muy interesante porque comprendes perfectamente las dificultades que tuvieron estos diez años de obras l1asta llegar al momento actual que todos celebramos y especialmente los holandeses. Lo mejor es que siendo una obra tan larga y estando involucrada la directora de la película desde el principio, hubo un momento en el que los actores, que son en realidad los propios directores del museo, representantes del Ayuntamiento, constructores, encargados artísticos de diversas áreas, representantes de los ciclistas, tenderos de la proximidad, Antonio Ortiz, Jean Miclhel Willmote… llegaron a acostumbrarse a la presencia de aquella pequeña mujer flanqueada constantemente por dos grandes cámaras, con permiso para asistir a todas las reuniones. El resultado es una naturalidad tremenda en todas las tomas que hace que la larga duración nos resulte corta.
  5. También desbordado el primer director del Museo, impulsor de todo esto, rompe en medio de las negociaciones y se compra un apartamento en Viena para ir a disfrutar de la música y dejarlo todo … Merece la pena ver la película de verdad.
  6. Esta claro que ahora todos somos europeos, clarísimo, pero hay una serie de cosas que es menester comentar. Los españoles, con el Duque de Alba al frente, fuimos realmente sanguinarios en los Países Bajos. Es por ello que Holanda y Flandes guardan en su cultura ciertos resabios, superados claro, contra nosotros. Me refiero a esas canciones de niños que amenazan con que viene el Duque, al hecho de que al noray se le conoce como Le Duc, el famoso bar Le Roi d’Espagne en Bruselas con todo el techo lleno de ahorcados o más inocente, el hecho de que Santa Claus, SinterKlaas con su polémico ayudante Zwarrte Piel, negro políticamente incorrecto, vienen en un barco de España, y los niños malos no tienen regalos sino que los meten en los sacos vacíos y los traen corno castigo a nuestro bárbaro país…
Artículo Reflexiones sobre Arquitectura publicado originalmente en conarquitectura 53. Consigue este o cualquier número de la revista en la  tienda online.
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Foto miniatura de portada: Rijksmuseum Amsterdam, Atrium. ©Hajotthu

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