Miguel Fisac (1913-2006) construyó varias obras en los años 50 con un ladrillo de su invención: el «ladrillo con ceja» que protegía la junta horizontal por la geometría especial de la pieza. Recientemente se llevó a cabo la rehabilitación del Centro de Investigaciones Biológicas del C.S.I.C.
Un ejercicio de restauración de la fachada, que devuelve la textura y el juego de luces y sombras que el ladrillo con ceja de Fisac (se ha vuelto a comercializar) facilita. La obra fue ampliamente publicada en conarquitectura 29, y de ése número recuperamos un interesante texto del profesor José Manuel López-Peláez.
LO QUE FISAC APRENDIÓ DE ASPLUND
El Centro de Investigaciones Biológicas del C.S.I.C.En el año 1949 el Consejo Superior de Investigaciones Científicas encargó a Miguel Fisac la construcción en Madrid del Centro de Investigaciones Biológicas para los Patronatos Cajal y Ferrán. Desde la finalización de su carrera, siete años antes, ya había realizado otros proyectos para la misma institución pero, en este caso, la necesidad de obtener información específica sobre la estabulación de animales de experimentación le permitió viajar por Europa y visitar otros centros especializados en el programa que debía resolver.
Este era un momento decisivo para Fisac, quien no estaba demasiado satisfecho con el camino iniciado en sus proyectos anteriores los cuales oscilaban entre una interpretación del lenguaje clásico y la influencia de arquitecturas populares. Como el propio arquitecto reconoce, su contacto con el Movimiento Moderno a través del estudio de diversos ejemplos tampoco satisfacía su búsqueda de cómo se debía hacer arquitectura, de manera que la utilidad y la construcción fuesen cuestiones primordiales. Con su actitud crítica y enormemente empírica se negaba a aceptar lo que entendía como traslación a la arquitectura de determinadas “plásticas pictóricas” propias de la modernidad.
El viaje por el norte de Europa, sobre todo a Suiza, Dinamarca, y Suecia, le permitió entrar en contacto con formas de construir enormemente precisas y alejadas de las “frivolidades plásticas” del Movimiento Moderno, tal como las denominaba Fisac. Durante su estancia en Estocolmo, a la que se ha referido muchas veces, pudo visitar los Laboratorios Bacteriológicos del Estado, directamente vinculados con el objetivo de su encargo, y la Biblioteca Municipal, ambas obras de Erik Gunnar Asplund que había fallecido nueve años antes. Pero, como el mismo Fisac reconoce, ni una ni otra le interesaron especialmente.
A su paso por Gotemburgo, camino de Copenhague, Fisac había previsto la visita a la Ampliación de los Tribunales, otra obra de Asplund finalizada en 1937, y allí encontró algo que llevaba buscando mucho tiempo: la forma de enlazar la arquitectura neoclásica y la contemporánea en un ejemplo concreto construido “con sensibilidad pero sin concesiones”. Tal como Fisac lo relata podría pensarse que la referencia a este edificio es literal, que le interesaba especialmente la construcción y los detalles, la madurez con que esta propuesta hacía posible un espacio socialmente integrado sin renunciar a su calidad indudable. Pero quizá el arquitecto había llegado a una conclusión más profunda, a la clave que le permitía evolucionar desde su propio clasicismo hacia otra arquitectura coherente con el tiempo. De tal forma que intuir la posibilidad de vincular tradición y modernidad le iba a permitir pensar los proyectos desde una actitud realmente contemporánea.
La obra del Centro de Investigaciones Biológicas finalizó en 1952 y el edificio construido nos permite apreciar algunas de las consecuencias que había tenido la reflexión de Gotemburgo. Fisac organizó el programa en tres partes: dos edificios gemelos, en los que situaba los laboratorios, y una torre para la estabulación de los animales de experimentación. Los bloques se apoyan físicamente sobre las alineaciones de las calles, y se abren en su basamento para crear los accesos dejando ver el jardín interior que se forma entre ellos. Sin embargo, su independencia funcional no impide que estos bloques se enlacen, formando un sólo edificio adaptado formalmente a la confluencia de las dos vías colindantes. Se puede entender así la propuesta adscrita al bloque moderno, en cuanto a su orden estructural pero, al mismo tiempo, se supedita al trazado urbano según las pautas de la arquitectura tradicional.
El orden clásico sigue presente en la sensible disposición de huecos desplazados ligeramente entre las líneas de imposta, y su cuidada modulación, pero las paradojas que el edificio presenta en sus disposiciones axiales y simetrías por compensación, así como el carácter global de su arquitectura se sugiere una actitud distinta del arquitecto respecto a sus obras anteriores.
La intensidad de los detalles en la Ampliación de los Tribunales, que sin duda fascinó a Fisac, también le llevó a buscar soluciones no convencionales para su proyecto en un momento en que el catálogo nacional de materiales era especialmente pobre. Así, por ejemplo, rediseñó las ventanas de los bloques laterales a partir de una patente sueca. Estas piezas, de proporción vertical, basculantes de eje horizontal, y realizadas con madera pintada de blanco, tenían doble acristalamiento con una persiana situada entre las dos láminas de vidrio, y estaban proyectadas como elementos tecnológicos de artesanía, porque cada pieza hubo de ser hecha a medida. Funcionaban en sus diversas posibilidades de movimiento como sofisticados mecanismos superpuestos a la fachada. Su disposición muy precisa, entre el orden de las finas líneas de imposta, conferían al edificio buena parte de las cualidades de su presencia
Otro aspecto importante, que también se refiere a una actitud más libre en el entendimiento de la construcción, es el empleo del material de cerramiento, el ladrillo, vinculado a la tradición madrileña y que Fisac había empleado anteriormente en otras obras para el C.S.I.C. Su decisión de aligerar las fachadas de los bloques le lleva a inventar una pieza cerámica: el ladrillo con ceja especial de cerramiento, que se produce para construir este edificio y después será utilizado por el mismo Fisac e incluso por otros arquitectos, como es el caso de Alejandro de la Sota en la Vivienda de la calle Doctor Arce, cercana en tiempo y lugar al Centro de Investigaciones Biológicas.
Se ha escrito mucho sobre esta obra de Miguel Fisac (1) que no sólo ayuda a entender mejor una parte muy importante de su trabajo sino que, en sí misma, significa un ejemplo de calidad indudable y un motivo de reflexión y aprendizaje para quien quiera estudiarla con detenimiento.
José Manuel López-Peláez / Otoño 2008
(1) Además de en las diversas monografías y publicaciones sobre Miguel Fisac, el edificio del Centro de Investigaciones Biológicas se público en la revista “Arquitectura COAM”, nº 211, Madrid, marzo-abril de 1983, págs. 43-50.
El reconocimiento de la deuda hacia Asplund se publica por Fisac, con el título “Asplund en el Recuerdo”, en la revista “Quaderns d’Arquitectura i Urbanisme”, nº 147, Barcelona, octubre de 1981, pág. 33.
Del autor de este y con relación al mismo edificio puede consultarse “Innovación y Tradición en la Obra de Fisac”, publicad en “Maestros Cercanos” colección “La Cimbra” nº 4, Funación Caja de Arquitectos, Barcelona, mayo de 2007, págs. 22-31.
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